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El hombre que mantuvo la fe después de una tragedia

Actualizado: 22 ene 2020


En situaciones complejas y tragedias, es donde más decae la fe y confianza que tenemos en Dios. Momentos en los que se supone Él está protegiéndonos nos llegan situaciones que atentan contra nuestra paz y por qué no decir, contra nuestra vida. Es ahí donde muchos nos hemos preguntado ¿Dónde estabas Dios?


Era un día normal cuando se dirigía a su nuevo destino laboral. Entusiasmado por conocer nuevos lugares y personas, se levantó como de costumbre, le entregó su día a Dios, tomó el auto y partió. Cantando y orando de camino, por la imprudencia de otro conductor y una mala maniobra, perdió el control del auto y volcó al costado del camino. Mientras todo al interior daba vueltas, se quebraran vidrios y salían las cosas por las ventanas; mil pensamientos pasaban por su mente. El cinturón de seguridad hacía presión sobre su pecho y abdomen, se mantuvo firme al asiento mientras todo daba vueltas, hasta que con un golpe fuerte el auto se detiene. Estaba ahí, apretado pero vivo.  El auto había caído en un hoyo al costado del camino, lo único que veía era una mujer mirando hacia abajo con la intención de prestar ayuda. Él mientras tanto, intentaba buscar un teléfono para avisar a su casa antes que la policía o ambulancias lleguen y lo hagan primero. Con las puertas abolladas se hacía mucho más difícil salir del auto, en un instante sacó fuerzas producto de la adrenalina (sí, y él lo sabía muy bien) para patear y salir. Se mira asombrado, buscando heridas, sangre, fracturas o algo; la mujer le presta el teléfono porque se dio cuenta que eso es lo que él buscaba. Da aviso, llega la ambulancia, se sube, llega al hospital y no encuentran ningún tipo de lesión, excepto una presión alta y algunos golpes.

Fue un fin de semana difícil, de llanto, reflexiones, sin querer ver ni hablar con nadie, tampoco con Dios. Exacto, con Aquel que conversaba a diario, con Quien hablaba ese día en la mañana antes de que todo sucediera, ya no quería acercarse ni conversar. Se cuestionaba los errores, si había hecho algo mal, o si había dañado a alguien, buscaba la razón y el motivo de lo sucedido pero no encontraba respuesta. Pasaron un par de días y vino un pensamiento en lo más profundo de su corazón y su espíritu, alguien que decía: “perdón hijo, permití que esto sucediera pero no es que lo haya querido-, tengo propósitos detrás de esto que ahora no vas a entender. Aunque sabía que esto iba a pasar, mi mano estuvo cubriéndote todo el tiempo, el susto quizá tarde en desaparecer, las pérdidas materiales para mí son lo de menos, pero algo sí sabía, tu vida y tu cuerpo no serían tocados”.


 
 
 

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